NAVEGAR EN TIEMPOS REVUELTOS

Después de un periodo en el que se juntaron nuevos proyectos, trabajos e idas y vueltas, vuelvo de nuevo aquí a mi refugio, como siempre, para introduciros poco a poco en los bajos fondos musicales, allí donde pocos rebuscarían. Como fiel defensor de las causas perdidas (lo siento, esta enfermedad no tiene cura), vengo a traeros un grupo bastante desapercibido en el panorama musical. Y cuando digo desapercibido me refiero a que de este grupo cuesta encontrar discos e incluso información sobre ellos. Esto ya no es underground, esto es meterse directamente en las alcantarillas. Señoras y señores les presento a Swirlies:

De izquierda a derecha: Seana Carmody (guitarra y voces), Andy Bernick (bajo), Ben Drucker (batería) y Damon Tutunjian (guitarra y voces). ¡Ay pillín!
Aquí donde veis a los muchachos y a la muchachita originarios de Boston, en 1993, se sacaron un discazo que ha día de hoy es para mí unos de los referentes dentro del indie rock (aunque muchos traten de englobarlos en el shoegaze, que también). No puede ser otro disco que Blonder Tongue Audio Baton.

"De alguien que ya está en esa situación de miedo (en estos momentos)". ¿Me lo dices o me lo cuentas?
Ya con el solo hecho de mirar su portada, sabes que no estas ante un disco normal y ni mucho menos te haces a la idea de lo que te vas a encontrar. De hecho el título del disco viene del nombre de un ecualizador gráfico de los años 60 que utilizaron intensamente para grabar el disco (ahí es "ná")

 Analizar el álbum no es fácil, pero si tuviera que caracterizarlo diría que suena a shoegaze con un marcado carácter lo-fi, pero esto suena un poco abstracto, así que imaginaos a grupos como Sonic Youth y My Bloody Valentine mezclados y metidos en una lavadora ( si tío, mi cabeza va a estallar). De hecho, la crítica suele englobarlo en el género de shoegaze comparándolos con My Bloody Valentine hasta tal punto, que afirma que este disco es la respuesta norteamericana a su disco Loveless del año 1991. Puede que sí o puede que no.

Dejando de un lado las comparaciones, el disco en cuestión es una mezcla de furia, melodías pop, mucho ruido y todo ello envuelto en un halo de felicidad/tristeza que acompaña a todo el disco. De hecho esta dualidad hace que el disco parezca diferente dependiendo de en que estado te encuentres (a mí por lo menos me ha pasado, llamadme loco si queréis). A nivel instrumental además de los efectos sonoros vía Minimoog y derivados, la batería es una pasada, así como las guitarras con sus efectos (¡bendito tremolo!). El bajo cumple estupendamente su función, pero si tuviera que destacar algo son las voces de Seana y Damon que casan estupendamente, sobretodo la de ella, que dentro de la maraña guitarrera suena como un ángel (¿cómo olvidar esos susurros en Jeremy Parker?).

Además el disco está construido como un todo, 11 temas con algunos interludios entre las canciones que unen a otras, aunque eso si de forma abrupta y poco habitual. En definitiva, unos de esos discos independientes marca de la casa Taang! Records, que pese a su poca distribución es un diamante en bruto dispuesto a pulir los oídos del que se digne a escucharlo alguna vez. Os dejo con un tema y espero que lo disfrutéis.





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